jueves, 24 de noviembre de 2011

El Lazarillo de Tormes

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La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades ha sobrevivido en variantes a través de manuscritos y ediciones más o menos clandestinas. Actualmente, se conservan cuatro ediciones distintas de la obra, todas del año 1554, impresas en Alcalá de Henares, Amberes, Burgos y Medina del Campo, ésta última descubierta en 1992 de manera fortuita (estaba emparedada en una vivienda de Barcarrota, Badajoz). En 1559 la obra fue incluida en el Índice de libros prohibidos y sólo se volvió a publicar expurgada en 1573. Desde entonces todas las reediciones hasta el fin de la Inquisición en 1835 reproducen la versión expurgada en la que faltan episodios y comentarios de mayor carga anticlerical. Por eso no sólo ha llegado a nosotros de forma incompleta, sino que la mayor parte de los escritores coetáneos que la imitaron ya no la pudo conocer íntegramente. En cuanto a la datación, una parte de la crítica apunta a referencias históricas y propone como fechas cercanas a la composición de la obra 1510 o 1520 por la Batalla de Gelves (hubo dos) y 1525 por las Cortes de Toledo. Otros críticos plantean la posibilidad de que exista una fecha próxima a la edición de 1554. Así pues, la redacción de la obra sigue siendo un interrogante sin repuesta definitiva como lo es también el autor del Lazarillo.

El autobiografismo y la epístola junto al peso de la tradición folklórica son, por consiguiente, los elementos novelescos más característicos del Lazarillo y los que definirán el género picaresco. Ahora bien, relatos en primera persona hubo ya en siglos anteriores y no por eso son picarescos. La novedad consiste en la mezcla de lo epistolar con lo autobiográfico. Lázaro Carreter señala como modelo las cartas-coloquio frecuentes en el Renacimiento que sirven de marco para exponer un conjunto de materiales verdaderos o ficticios que en ella se incluyen. Asimismo, la carta sirve como vehículo para la autobiografía que viene exigida por la oscuridad del personaje y es necesaria para otorgar al relato un tono de confesión que enmascare la novela y aporte verosimilitud.

En cuanto a la estructura la obra se compone de un prólogo y siete tratados. El prólogo es totalmente dependiente de la novela y viceversa pues es el que da la clave del recurso epistolar con un narrador-autor y un narratario “vuestra merced”. El narrador va a contar qué le ha llevado al caso, es decir, a su situación de infamado por su esposa lo que mantiene la atención hasta el final. Lázaro da cuenta de una evolución vital que justifica una infamia y de esta forma aporta verosimilitud a la obra.

Los tratados tienen muy diferente extensión e importancia dentro de la obra. Los tres primeros son más extensos ya que explican el origen y la infancia del personaje. Asimismo, mantienen una fuerte trabazón temático-formal, abundan los motivos folklóricos supeditados a la creación del personaje y a su proceso de aprendizaje. A partir del tratado IV se produce un cambio brusco en la estructura, ahora el autor sigue el sistema de episodios en sarta para presentar a Lázaro adulto y formado, ha finalizado su proceso de aprendizaje. Según Lázaro Carreter en su obra el “Lazarillo de Tormes” en la picaresca, los tres primeros tratados presentan una gradación en el desarrollo de cada uno de los episodios. El desarrollo gradual con los tres amos se ejemplifica con el proceso del hambre que se inicia con el ciego, que adquiere una mayor tensión con el clérigo de Maqueda y culmina en el tratado del hidalgo, ahora el protagonista no sólo no puede robar comida a su amo, sino que, además, tiene que alimentarlo. Por otro lado, Lázaro también va a experimentar un proceso gradativo de aprendizaje que pasará por diferentes fases: en el primer tratado, el protagonista se verá abandonado por su familia y entregado a un ciego. El ciego, paradójicamente, le abrirá los ojos a la realidad del mundo en el que es necesario ser más astuto que los demás para sobrevivir. Las andanzas con el ciego conducen a Lázaro a un rito de iniciación en la “carrera del vivir”. El anciano no da al muchacho lo suficiente para mantenerse y eso le va a servir para activar su ingenio e intentar remediar su hambre. El aprendizaje se inicia con el golpe que propina el ciego al protagonista contra un toro de piedra, a partir de ahí asimilará las enseñanzas de su amo y culminarán con la devolución del golpe a éste. En el segundo tratado, la situación de Lázaro con el clérigo de Maqueda empeora, la relación entre amo y criado es de total desconfianza y antagonismo. Ahora el personaje tendrá que poner en práctica las enseñanzas del ciego para vencer la avaricia del clérigo y poder sobrevivir. Por último, en el tercer tratado, con el escudero, Lázaro ya es capaz de mantenerse a sí mismo e incluso de mantener a su amo. La lección que aprende con el escudero es que en la vida no es todo material, sino que hay valores espirituales, sólo que esos valores le no dan de comer ni pertenecen a su mundo.  En el tratado IV, Lázaro se presenta como narrador de los hechos, acompaña a un fraile inclinado a la lujuría, no explica muchas cosas de él pero deja claro que lleva una vida licenciosa. Sin embargo, gracias al fraile, Lázaro se calza por primera vez unos zapatos. Este hecho marca un punto de inflexión en su itinerario hacia una vida menos pobre. En el tratado V, el  protagonista se asienta con un buldero que negocia con bienes espirituales al tiempo que escenifica milagros. No obstante, ahora Lázaro ha evolucionado: ya no participa personalmente de los engaños de su amo, el protagonista se ha convertido en espectador de la curiosísima representación que interpreta el  buldero. Lázaro  no  admite  el  mundo  del  buldero  ni lo rechaza, sino que se limita a aprender a sobrevivir. En el tratado sexto, después de servir a un maestro pintor, se asienta con un capellán para trabajar como aguador. A partir de este momento, el protagonista ya no habla de desgracias sino de venturas, por fin dispone de un oficio remunerado, el protagonista reúne dinero para comprarse ropa vieja; en esas prendas se concentra simbólicamente el sentimiento de prosperidad que culminará con el oficio de pregonero, en verdad uno de los oficios más viles y deshonrosos del momento. El triunfo final del protagonista se realizará con el matrimonio a pesar de las dificultades familiares (como marido consentidor de la relación de su mujer con el arcipreste) y la superación final “ la cumbre de toda buena fortuna” porque ha superado el hambre y las penurias.

Al leer los diferentes tratados de la obra, también es posible identificar una serie de temas que se repiten a lo largo de la historia. Algunos de estos temas son la presencia de la religión y la crítica a las instituciones eclesiásticas de la época, el hambre como elemento que determina las acciones del personaje y el desarrollo moral de éste a partir de la historia y las adversidades que experimenta, mediante las cuales mejora su situación sólo por cortos periodos de tiempo. Otro tema importante de la novela es el honor, aparece tratado en el episodio con el hidalgo, el cual basa su honra en la pura apariencia. Prefiere pasar hambre y vivir miserablemente que trabajar para algún noble rico. En todas sus palabras reproduce los vicios de una sociedad que da más importancia a la apariencia externa que a la realidad. Pese a todo, es un hombre de buena condición y el único de los amos de los que Lázaro se compadece, con el que se solidariza por el hambre común.

En cuanto al estilo del Lazarillo, el autor dice en el prólogo tener un estilo grosero, pero esto se trata de un conocido recurso retórico de “captatio benevolentiae”, para, bajo un aparente gesto de humildad, atraer el interés de los lectores. Ciertamente en la obra aparecen refranes populares y se reproduce la lengua de la calle, aunque se somete a un proceso de reelaboración literaria. Cabe destacar que una de las innovaciones del autor se halla en la transgresión del dogma horaciano de los tres estilos (alto, medio, bajo) que imperaba en la cultura literaria del s.XVI. El Lazarillo recrea el estilo bajo, permitido sólo en la comedia, pero el autor lo utiliza en una obra de prosa narrativa, que exigía al menos un estilo medio. De ahí el recurso de la forma epistolar y autobiográfica, pues bajo el disfraz de un pícaro, el estilo bajo resulta verosímil. Sin embargo, la novela respeta las reglas del decoro, de manera que según el estamento varía el registro lingüístico; además, se aprecia una dualidad estilística entre el lenguaje de Lázaro narrador cargado de ironía y Lazarillo lengua inocente que aparece en descripciones y diálogos. Por lo demás, el estilo de la novela se define por un fino humorismo que persigue el “delectare et prodesse”.

Efectivamente, con el Lazarillo nace una nueva actitud frente al arte. Es un libro nuevo en lo que se refiere a su estructura y a su forma externa, pero aún lo es más por lo que concierne al espíritu que lo informa. Es la primera narración que tiene un protagonista novelesco, ya que el personaje evoluciona en función de las circunstancias que vive, pasa de ser un niño inocente a convertirse en un pícaro que vive de la falsedad. El Lazarillo desmitifica la vida de héroes y santos y recrea un personaje mundano que aprende a sobrevivir en un mundo hóstil con el engaño y la mentira que ha aprendido de sus diferentes amos; todos ellos representantes de los estamentos de la sociedad del s.XVI: pueblo, Iglesia y nobleza adolecen de vicios y defectos morales que Lázaro recojerá como ejemplos para medrar y conseguir su bienestar material aunque ello suponga irremediablemente su degradación moral.

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