viernes, 25 de noviembre de 2011

Realismo. Clarín y Galdós.

Estudiad con atención las partes subrayadas en azul

Durante más de medio siglo y desde el acabamiento del romanticismo se extiende por Europa, desde Rusia hasta España, un fenómeno literario con rasgos comunes: la novela realista. En estos años la novela aparece muy por encima de otras manifestaciones literarias, bien sea la lírica o el teatro, que pierden importancia con respecto al romanticismo.           

Los límites del Realismo son el período del Romanticismo y el período del Naturalismo. El realismo surge como evolución del romanticismo y no como oposición a él. Ambos suponen un desacuerdo del escritor con la realidad, pero mientras el romanticismo prefiere acudir a los sueños y al idealismo para afrontarla, los escritores realistas prefieren un examen crítico del mundo que les rodea. Según Wellek, el realismo como concepto literario es la representación objetiva de la realidad contemporánea. A diferencia del movimiento francés, el realismo en España no está acotado por dos movimientos diferentes, ya que la frontera entre el realismo y el naturalismo no existe.

A partir de 1848 empieza a hacerse observable un cambio de planteamiento. Si el realismo había encarnado la concepción del mundo de una burguesía ascendente y dominadora, a partir de ahora se va a producir una desvinculación entre el realismo como método artístico y la ideología burguesa. Es simplemente, que la identificación burguesía-realismo se quiebra y el realismo, convertido ahora en naturalismo, aun continuando dentro de la esfera de una filosofía burguesa, se ha transformado en una manifestación discrepante.
La evolución del contexto social favorece el nacimiento del realismo. Se acepta la novela como género literario, ya que se produce una revolución lectora que implica un proceso de lectura intensiva unido a un proceso de lectura expansiva. Además, se percibe un crecimiento económico y unos avances técnicos bajo el poder creciente de la burguesía. Por tanto, el escritor realista es sensible a esta realidad y se enfrentará a ella desde varias perspectivas.

La novela realista tuvo un desarrollo importante en gran número de países europeos. En la mayoría de estas novelas se destacan tres elementos fundamentales: un héroe problemático orientado hacia valores auténticos, pero condicionado por la realidad degradada en que vive, su búsqueda de los valores que es degradada por la mediatización de la realidad, y por último, la realidad misma en su degradación.

            La novela francesa realista es el modelo de la novela realista española. Levin sitúa el origen de la novela francesa en una corriente típica francesa de ensayos y memorias, antes del s XIX. A finales del sXVIII se produce la revolución francesa que supone el gran cambio histórico del S XIX.
El autor que contribuyó más decisivamente al nacimiento del realismo francés fue Stendhal, pseudónimo adoptado por Henry Beyle. Sus dos novelas más importantes fueron El rojo y el negro, en 1830; y La cartuja de Parma, en 1839. Su narrativa ha sido calificada con dos adjetivos: irónica y psicológica. Fue el que mejor supo reflejar las interioridades de sus personajes, de ahí que lo nombraran como el mejor psicólogo del siglo. Cuando escribe y publica sus dos obras más importantes, Stendhal es un escritor maduro y desde sus principios opta por la novela.
Por último, debemos destacar a Gustave Flaubert cuyo éxito más destacado fue Madame Bovary en 1857. Esta novela podemos considerarla como transición entre el realismo y la sátira romántica.Es una novela que plantea el problema de la mujer insatisfecha. Una mujer aburrida de su matrimonio, que por influencias de demasiadas lecturas de novelas, se convierte en una mujer adúltera. Según Ortega y Gasset es un Quijote con faldas.La técnica de Flaubert muestra el profundo estudio y documentación del autor. Esto se  observa en la descripción del envenenamiento de Emma ya que se documenta de una forma muy extensa.
Madame Bovary inaugura un género dentro de la literatura europea de novelas que parten de mujeres a las que les queda pequeño su papel de esposa y madre. Como por ejemplo Ana Karenina, de Tolstoi y La Regenta de Clarín.

Respecto a la novela inglesa, destaca la figura de Charles Dickens, autor que tuvo mucho éxito en la venta de sus novelas por entregas. Sus obras más célebres fueron Oliver twist, que narra la evolución de un huerfanito desde su estancia en un centro de beneficencia hasta que va emergiendo a una situación más feliz; y David Copperfield, la obra más leída de la literatura inglesa, cuyos personajes protagonistas pasan de la pobreza más absoluta a ascender por sus propios medios.
En Dickens se observa un gusto por situaciones melodramáticas, personajes caricaturescos y una voluntad moralizante. En sus obras exalta los valores del trabajo, como la perseverancia, la seguridad, el círculo hogareño, tan del gusto de la clase media.

Finalmente, la novela rusa es una novela ideológica centrada por la influencia de su contexto social. Se ha de entender en la línea de la Rusia del SXIX. En la narrativa rusa nace un tipo intelectual con características fáusticas que se siente inútil, un intelectual que siente un cierto cinismo y un cierto inmoralismo. Es poseedor de múltiples caras, capaz de analizar la realidad, de una forma egoísta y mezquina.

Los escritores realistas españoles se apoyan en dos manifestaciones literarias de las que en parte se alimentan: la tradición del realismo en la novela de los siglos XVI y XVII, como la picaresca o Cervantes; y la influencia de los escritores realista europeos, como Balzac, Flaubert, Dickens, Dostoievski, etc., de los que tomaron temas y técnicas de observación de la realidad contemporánea.

Leopoldo Alas “Clarín” se encuentra a medio camino entre el realismo y el naturalismo. Lo consideramos como naturalista ya que se adhirió al movimiento desde sus inicios. Además, no lo negó cuando aparecieron las nuevas corrientes espiritualistas, aun reconociendo la legitimidad de éstas. Al final de su vida seguía reconociéndole un alto valor artístico, una vez desmarcado del positivismo, del cientifismo y del Zola activista.
Clarín criticó de un lado a quienes rechazaban el naturalismo sin haber leído más que a los corresponsales franceses, que a su vez copian lo que escriben los críticos y  periodistas enemigos del naturalismo. Como liberal, atacó violentamente a los escritores católicos, como Pereda o Alarcón, mientras que elogiaba con generosidad a los liberales como Galdós y Valera.

Una de sus obras más importantes, La Regenta, tuvo un éxito comercial muy grande tras ser publicada. La obra se desarrolla a partir del cruce de dos temas muy frecuentes en la novela del siglo XIX: el adulterio y el sacerdote enamorado. El argumento gira en torno al dilema personal de Ana Ozores entre los deberes sociales y matrimoniales y el amor de un conquistador provinciano, dilema del que cree poder escapar por el camino de la religión (a través de su amistad <<mística>> con el sacerdote Fermín de Pas, enamorado de ella). El tema y su desarrollo se relacionaron, desde el principio, con Madame Bovary, de Flaubert, aunque Clarín defendió siempre la originalidad de su novela frente a este tipo de críticas.

El elemento fundamental de la novela es el mundo de la ciudad provinciana de Vetusta. Es una novela con una enorme cantidad de matices. Se presentan desde conflictos sociales manifestados por la iglesia, la división de la burguesía, hasta la presentación del proletariado. Clarín no demuestra simparía por ninguna clase social excepto por esta última, a la cual no llega a describir de manera concreta.El naturalismo en esta obra está lleno de matices. Podemos observar cómo las descripciones ambientales no influyen en los personajes sino que solamente se realizan para describirlos. Al mismo tiempo, las enfermedades de la protagonista están descritas de forma imprecisa. Y la inexistencia de descripción amorosa y erótica en la novela hacen que el naturalismo sea “rebajado”
Finalmente, también tuvo una gran actividad como crítico. A esta tarea le corresponden publicaciones como: Solos, Paliques, Galdós y Apolo en Pafos. Clarín es al mismo tiempo uno de los mejores escritores de cuentos de la literatura española. Posee una producción de 60 cuentos agrupados en seis colecciones.


De condición social acomodada, Benito Pérez Galdós, hijo de militar y de una madre dominante, se inicia como escritor en su ciudad natal, Las Palmas, pero pronto le envían a estudiar derecho en Madrid. Allí, la ayuda moral y económica de una tía y el ejercicio periodístico le facilitaron la dedicación a las letras. No concluyó sus estudios y, a partir de 1870, su entrega a la novela fue progresiva e incesante. Había leído en Las Palmas a Cervantes y a Quevedo, a Víctor Hugo y a Dumas, durante su primera formación en un colegio inglés y más tarde en el de San Agustín. Su vida en Madrid obedeció constante a un ritmo de creación sólo interrumpido por circunstancias sentimentales o de viaje (a lo largo y ancho de España, así como también al extranjero). Fue un escritor progresista y un hombre de convicciones políticas consecuentes, que ocupó un escaño en el Congreso e ingresó en la Real Academia Española.
Conoció la obra de Zola y respiró un ambiente literario donde la escritura iba adhiriéndose todo tipo de técnicas afines a los modelos utilizados para la descripción de los fenómenos naturales en las ciencias nacientes, desde la psicología a la sociología. Si el naturalismo constituía un desarrollo científico, el de la medicina experimental de Claude Bernard, trasladado por Zola a la novela; en Galdós prima el interés por el presente y su cervantismo, de manera que la creación de personajes influidos por el medio ambiente y por su particular condición fisiológica, coincide con el naturalismo zolesco  del que sí es cierto que recoge la influencia del medio social y de la raza, de la familia, o la concepción orgánica de la novela, esto es, que el argumento sea congruente con las vueltas y revueltas del tema.

La evolución de la obra galdosiana, compuesta por 32 novelas, 46 episodios nacionales, 24 obras de teatro, además de infinidad de prólogos, artículos, cuentos y crítica literaria desperdigados por periódicos y revistas españoles y americanos, tampoco es algo autónomo y arbitrario. El referente socio-histórico fue también el agente generador de las cambiantes estructuras de su mundo novelesco, de sus “maneras” de escribir. De manera que podemos dividir su producción novelística en tres periodos, o “maneras”, siguiendo la división, asentada en estas evidencias, propuesta por Montesinos.
            La PRIMERA “MANERA” es la de las primeras publicaciones y recorre toda la década de los 70. Así se agrupan aquí, La sombra (1870), El Audaz (1871-72), La Fontana de oro (1871) –obras que compuso en los últimos años de la década de 1860- Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878), Marianela (1878), los veinte volúmenes de las dos primeras series de los Episodios Nacionales (1873-1879).
En 1881 aparece La desheredada, novela con la que se inicia la SEGUNDA “MANERA” galdosiana y con ella “el gran novelista de estatura europea”, en palabras de Montesinos. El mismo Galdós la anunció en una postilla final de Un faccioso en la que expresa su determinación de dedicarse exclusivamente a escribir novelas en las que los personajes los tomaría de la realidad más inmediata; iban a tener, en suma, una referente socio-histórico.
Tras La desheredada (1881) aparece El amigo Manso (1882) y a partir de aquí continúa con una vasta serie que va desde El doctor Centeno, Tormento, La de Bringas, Lo prohibido, pasando por la cumbre que supone Fortunata y Jacinta y terminando con Miau, Realidad y Ángel Guerra.
El cambio de manera  de estas novelas contemporáneas, como hemos dicho ya, no implica una división pues es muy esclarecedora la presencia de muchos personajes de las novelas anteriores en las que venimos introduciendo (León Roch, los Cimarra, los Tellería). No obstante, sí hay evolución y actitud firme por parte de Galdós. Junto con un cambio de localización de lo abstracto a lo concreto, de Orbajosas al Madrid del XIX, cambia también su visión de la sociedad que cesa de ser cerrada y jerárquica y se convierte en fluida y cambiante (la mejor muestra de ello es el microcosmos que significa el Madrid de Fortunata y Jacinta, que desde el principio se nos presenta a través del comercio pero que aparece vivo rodeando a los personajes principales). La presentación de los personajes por medio de tendenciosas introducciones biográficas es reemplazada por una técnica más sutil de indicios y multiperspectivismo; Isidora Rufete, la desheredada, vive en un espacio de transición, en el momento en que en Madrid se empieza a consolidar la arquitectura urbana y civil del siglo XX.
La TERCERA “MANERA”, formada por las novelas espirituales como  Halma, El Abuelo o la mayor parte de las versiones de Torquemada; de entre ellas nos detendremos en Nazarín (1895) y Misericordia (1897), por ser las dos obras que mejor y de forma más concreta definen este periodo. La característica más importante de esta fase es su casi sistemática incorporación de un plano alegórico en la narración que fortalece la antigua intención didáctica de Galdós que da una visión conciliadora a través de la liberación de las ataduras materiales por medio del espíritu. La existencia e interdependencia de los dos planos, el realista y el alegórico, resultan marcadísimas en la “trilogía evangélica” de 1895-97 cuyo tema esencial es la vida cristiana en el contexto del mundo moderno. De un modo irónico Cristo y don Quijote sirven de modelo para la creación de Nazarín, personaje del siglo XIII, nacido con seis siglos de retraso, que recorre la Mancha en compañía de dos mujeres de dudosa reputación predicando el evangelio social y la caridad, a imitación de Jesucristo.

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